Los antojos pueden ser muy difíciles de controlar. Es de noche y no tienes nada qué hacer, en eso una voz interna te dice que bajes a la cocina a prepararte unas deliciosas papas fritas con limón y chile. Aunque no tienes hambre pues ya cenaste el antojo es muy fuerte, y dado que has tenido unos días muy pesados en el trabajo sientes que lo mereces. Así que bajas y te rindes al antojo.
¿Te suena familiar? Los antojos son desencadenados de distintas maneras: por aburrimiento, cansancio, sensación de vacío, tristeza y hasta felicidad. Las emociones fuertes también pueden desencadenar los deseos de comer, aún sin tener hambre.
Para no dejar que los antojos te controlen, trata de respirar profundo antes de caer en ellos y tratar de volverte más consciente de las razones por las que llevas a tu boca ese alimento.
Aprende a reconocer el hambre
Cuando sientas deseos de comer pregúntate si tu hambre es física o emocional. Si acabas de comer hace una o dos horas, es muy poco probable que sea hambre. Bebe algo de agua o té en su lugar o trata de distraerte para no pensar en comer.
Descubre qué genera tus ganas de comer
Por un lapso de una semana, has un recuento de tus patrones de alimentación. A qué hora generalmente desayunas, comes y cenas y en qué momentos son en los cuales comes de más o sin tener hambre. Con esta información, podrás reconocer tus patrones de conducta y de esta manera tratar de controlar tus comilonas emocionales.
Busca otras maneras de liberar tus emociones
En lugar de abrir una bolsa de papitas o un chocolate, sal a caminar, escucha algo de música, llama a una amiga o vé una película. Cuando sientas que el estrés o la tristeza se apodera de tus emociones, realiza algo que te agrade para de esta manera te distraigas y no caigas en tentaciones.
No tengas comida chatarra en casa
Así de fácil. Si tienes pastelitos, botanas, galletas y helados en casa, tendrás más probabilidades de comerlos que si tienes que salir a la calle a comprarlos.
Ten opciones saludables en casa
Si no aguantas los deseos de comer algo entre comidas, escoge platillos bajos en calorías y altos en nutrientes que te mantengan satisfecha pero sin arruinar tu dieta. Unas excelentes opciones son: palomitas de maíz, verduras con chile y limón, galletas saladas con queso panela, barras de cereal, frutas frescas, etc.
Ejercítate diariamente y descansa
Tus estados de ánimos pueden verse afectados seriamente si no descansas lo necesario todos los días. También, si haces actividad física regularmente, las presiones diarias se irán disolviendo, ya que al ejercitarte liberarás endorfinas, las hormonas llamadas también “de la felicidad”.
Perdónate
Si un día caes en la tentación de un pastel de chocolate o un helado doble, no te preocupes. Perdónate y aprende de esa experiencia. Has algún plan para prevenirla en un futuro. Concéntrate en los cambios positivos que has tenido, cambiando tus hábitos alimenticios y realizando ejercicio, el cual es una salida excelente a la ansiedad, estrés y depresión.