Educar a un hijo es una de las labores más importantes que realizaremos durante nuestra vida. Cada cosa que hacemos y le decimos, moldeará su carácter para toda la vida. Debemos recordar que nuestros hijos no dejarán de aprender de sus padres, quienes son los principales roles positivos en su vida.
Pero, ¿qué pasa cuando en lugar de darles lecciones positivas, hacemos lo contrario? No es a propósito, simplemente lo hacemos sin darnos cuenta de las consecuencias de nuestros actos. Estos son algunos de los errores que aún las mamás más comprometidas con la educación de sus hijos cometen. ¿Has hecho alguno?
No predicar con el ejemplo: Es cierto que deseamos darles a nuestros hijos la mejor educación de todas. Constantemente les hablamos acerca de valores como la honestidad, sinceridad, honradez, respeto, compasión, tolerancia, etc., pero de nada sirve decir palabras huecas si nosotras no lo llevamos a cabo. Es sorprendente como se nos olvida que los niños aprenden por imitación y muchas veces actuamos de manera incongruente a las enseñanzas que les damos. Así que nos subimos al coche y le gritamos una grosería al conductor que no nos cedió el paso, peleamos constantemente con otros familiares enfrente de ellos, le exigimos a nuestra hija que le preste sus muñecas a su hermana cuando nosotras tenemos escondida una caja en la que guardamos ricos chocolates con la intención de no darle a nadie. Como verás, tus hijos son fuertemente influenciados por tus acciones por lo que debes siempre recordar que te están viendo y sobre todo, aprendiendo.
Hablar mal de su papá: Hay veces en las que estamos tan enojadas con su papá que creemos que contarles a nuestros hijos nos quitará un poco de presión, además de que nos ayudará a que descubran el tipo de persona que es. Y al hacerlo podrás sentirte mejor pero ellos no. Cuando peleamos con el papá de nuestros hijos se genera una enorme ansiedad en ellos, primero que nada porque creen que es su culpa y segundo, porque temen lo peor. Con esto no digo que debes de ocultar cualquier pleito que tengas con su papá, pero que trates de demostrarle a tus hijos (y decirles cuando sea necesario) que los pleitos entre ustedes no son culpa de ellos, además de enseñarles que así como te peleas con su papá, también te reconcilias y todo vuelve a la normalidad en poco tiempo.
Mentir enfrente de ellos: Como padres, queremos que nuestros hijos se manejen con rectitud y honestidad y de nada servirán todos nuestros esfuerzos si mentimos enfrente de ellos. Por ejemplo, María lo hace con mucha frecuencia. Cada vez que no quiere asistir a algún compromiso inventa que uno de sus hijos está enfermo, tiene mucha tarea o no tiene con quien dejarlos. Obviamente sus hijos escuchan todo lo que dice y lo graban en su mente. Después ellos reflexionan de esta manera: “Si mi mamá dice mentiras significa que no son tan malas”. Es mejor ser sincera con todos los que te rodean y afrontar las consecuencias de tus actos, ya que de esta manera tus hijos se darán cuenta de esta gran virtud.
Decirles que son los más guapos (inteligentes, bien portados, etc.): Por supuesto que nosotras, como sus mamás pensamos que nuestros hijos son los mejores del mundo y al decirles eso creemos que haremos maravillas a su autoestima, pero ésto no siempre es cierto. Cuando en casa el niño sólo escucha que es el mejor, el más guapo, inteligente, bien portado, etc., unicamente estamos creando muy altas espectativas y estándares impuestos, a los cuales él sentirá miedo de no alcanzar. Además, el niño al salir al mundo real, se dará cuenta de que hay otros niños que corren más rápido, que sacan mejores calificaciones, e incluso que se portan de mejor manera que ellos. Es por eso que los expertos recomiendan que si queremos fomentar una sana autoestima en nuestros hijos, lo mejor es estimularlos de manera realista y ayudarlos a mantener siempre el optimismo pues aunque no sean siempre los mejores en todo, deben aprender a disfrutar de la vida.
Darles todo lo que pidan: Es muy común que se les de demasiado a los hijos en nombre del amor y sin que ellos hagan el menor esfuerzo. Al hacerlo, les quitamos la oportunidad de ser responsables y de ganarse lo que tienen. Queremos darle a nuestros hijos todo lo que nosotros no tuvimos, y les obsequiamos todo lo que piden, pero los niños que reciben todo se vuelven poco tolerantes a la frustración, además de que les da una visión errónea de lo que es el mundo. Es por eso que aunque tengamos la posibilidad de comprarle a nuestro hija toda la colección de muñecas, o el Ipod más nuevo o a nuestro hijo, el nuevo Playstation, es mejor ayudarlos a descubrir que con esfuerzo y trabajo es la mejor manera de ganarse las cosas. Además de que aprenderán que hay cosas que nunca podrán tener y no por eso serán infelices el resto de su vida.