Hace unas semanas hice un experimento que había visto en Internet; corté una manzana a la mitad y puse a cada una en un bote cerrado de cristal. A un bote le puse un post it que decía manzana fea y a otro manzana bonita. Durante dos semanas mi hijo y yo le decíamos cosas bonitas a una y feas a la otra. El resultado fue lo esperado: a la que le decíamos cosas feas se pudrió mucho más rápido que la que le hablábamos bonito. Esto nos ayudó a reflexionar acerca de las palabras que decimos todo el día, tanto a los demás como a nosotros mismos. ¿Qué efecto están teniendo en nosotros?
¿Qué nos pasa?
Las palabras tienen el poder de influenciar la expresión de los genes que regulan el estrés físico y emocional. Palabras positivas como: paz y amor pueden fortalecer áreas del lóbulo frontal y promover el funcionamiento cognitivo del cerebro aumentando con esto la resiliencia. En cambio, las palabras negativas puede aumentar la actividad en la amígdala (el centro del miedo del cerebro) liberando docenas de hormonas del estrés, interrumpiendo el funcionamiento del cerebro en cuestiones de lógica, razonamiento y lenguaje.
Transforma tu realidad.
Usar las palabras adecuadas puede transformar la realidad. El mantener una actitud positiva y optimista estimula la actividad del lóbulo frontal del cerebro. Mientras más te concentras en palabras positivas, más afectas a otras áreas del cerebro. Las funciones de los lóbulos parietales empiezan a cambiar, mejorando así la percepción de ti mismo y de las personas con las que interactuamos.
Por otro lado, el ver una lista de palabras negativas por unos segundos provoca un estado ligero de ansiedad y a las personas con depresión, las hace sentir peor. Mientras más nos enfocamos en éstas, más se afectan a las estructuras mentales que regulan la memoria, los sentimientos y las emociones. Además se afecta al sueño, al apetito y a la habilidad de sentir satisfacción y felicidad a largo plazo. De hecho el estar cerca de personas negativas te hará tener más prejuicios hacia los demás.
El pensamiento negativo es como un círculo vicioso, mientras más funcionamos bajo el diálogo negativo, más difícil será pararlo. Palabras como pobreza, enfermedad y muerte estimulan al cerebro de manera negativa, aunque estos pensamientos no sean reales. Cualquier pensamiento obsesivo, ya sea preocuparnos por el futuro financiero, por la salud, por un examen, etc. estimulará la liberación de neuroquímicos destructivos.
Deja de preocuparte.
Para interrumpir la propensión natural del ser humano de preocuparse hay varias cosas que se pueden hacer. Primero preguntarnos:
¿Esta situación pone en riesgo real a mi vida? Generalmente NO y mientras más rápido se interrumpa la reacción de la amígdala a este supuesto riesgo, más rápido se regresará a la normalidad. Después de identificar ese pensamiento negativo (que opera abajo del nivel de conciencia), se cambia y se escogen imágenes y palabras positivas y de esta manera se reduce el número de pensamientos negativos, la ansiedad y depresión.
El poder de un SI.
Cuando se cambian los pensamientos negativos y preocupaciones a afirmaciones positivas, se recupera el control y la seguridad. Sólo que el cerebro no responde de la misma manera a los pensamientos y palabras positivas porque estas no son un “supuesto peligro” para la supervivencia como lo son las palabras y pensamientos negativos. En este caso se debe de generar conscientemente la mayor cantidad de pensamientos positivos posible. Estudios de psicología positiva han demostrado que por cada expresión de negatividad se deben generar al menos tres pensamientos positivos, siendo lo ideal cinco. Esto mejorará la sensación de felicidad, positividad, satisfacción y bienestar.
Los pensamientos y palabras positivas impulsan los centros motivacionales del cerebro hacia la acción y ayudan a construir resiliencia cuando nos enfrentamos a problemas. Según los expertos en felicidad, si deseas tener vida satisfactoria, la receta es muy sencilla: piensa y habla positivamente sobre ti mismo, comparte tus momentos más felices con los demás y disfruta cada experiencia positiva de tu vida. Esto no sólo ayuda a sentirte mejor, sino a vivir una vida más larga y saludable.
El simple hecho de repetir palabras positivas como amor, paz y compasión bajan el estrés físico y emocional. Y recuerda que cada vez que descubras un pensamiento negativo, contrarréstalo con cinco positivos. El efecto en tu vida será sorprendente.
¿Quieres saber más? Todo está en el libro Words can change your brain de Newberg & Waldman
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